Raúl Fernando Acevedo García es un cantautor chileno, con raíces profundas en el canto social que ganó fama durante los años 70 y los 80 como consecuencia de su trabajo en la resistencia contra el régimen militar.
Recientemente nuestro equipo lo contactó para repasar una historia personal y artística que, ciertamente, en sus aspectos está referida a la trayectoria con su canto.

Cuéntenos algo sobre sí mismo.
Primero que nada, soy cantor popular. Esa es mi definición como artista, cantor popular. Hay una línea histórica dentro de la música chilena que se ha definido como folclor. Y hay un aspecto de esto que ha tenido una variante: los cantores populares, nosotros rescatamos una raíz histórica, una raíz identitaria, No es un cultivo lo que se entiende por canto campesino, que es lo más difundido dentro de lo que es el folclor, y los cantores populares.
Los cantores populares no estamos dentro del contexto del canto campesino, estamos en el contexto urbano.
También he realizado giras por todo el país, por todas las importantes ciudades, e incluso algunos pueblos. […] Yo he hecho giras a nivel nacional por todo el país, de Arica a Punta Arenas. Y también por el extranjero, como Norteamérica y Europa. Para ser más específico, en Norteamérica en Canadá y en Estados Unidos, y en Europa hemos estado en Francia, Alemania, Bélgica, Austria, Suecia, y Holanda.

El cantautor ha tenido una carrera musical desde su comienzo. (Foto cortesía de Raúl Acevedo)

¿Cómo fue acercándose hacia la música?
Tengo 44 años de oficio. Empecé a trabajar en lo mío en 1976, en una obra musical que se llamó Canto a Magallanes. Esto fue en Punta Arenas, en la provincia de Magallanes. Fue una obra hecha dos años tras el golpe de estado y fue la primera representación artística del acento que se había desarrollado hasta el año 1973. Tiene similitudes bastante cercanas con la Cantata de Santa María de Iquique, de Luis Advis, desarrollada por el grupo Quilapayún. Fue una obra que por un mes se tocó diariamente en el Teatro Municipal de Punta Arenas, que era el centro más importante de la cultura de aquella época. Ahí empecé yo a desarrollar mi trabajo, siendo bastante joven, tenía 19 años.
Posterior a eso empecé a incursionar en el trabajo de cantautor, en guitarra y como solista. Después de Punta Arenas me dirigí al puerto de Valparaíso, donde estudié una carrera universitaria. Después estudié ingeniería química en Punta Arenas y después, trabajé en diseño industrial con comunicación visual. Eso fue el año 1979, y desde ese año al 1985 estuve desarrollando mi carrera y mis estudios universitarios mientras paralelamente trabajaba en peñas como la del Instituto Chileno-Francés. Fue una peña muy recordada en la región, y, diría, a nivel nacional. Tuvo influencias muy fuertes en el canto a nivel nacional. También en la Peña de la Escuela de Derecho, donde nacieron varios grupos importantes dentro del canto popular chileno, cómo Quilapayún, Payo Grondona, Osvaldo Rodríguez. Y desde 1985 me radique en Santiago, donde he estado desarrollando el oficio de cantor.

¿Cuáles fueron sus inspiraciones?
Nosotros tenemos dos o tres grandes referentes dentro de este movimiento. La primera es Violeta Parra. Violeta Parra desarrolló ambas corrientes. Por un lado, desarrolló e investigó sobre el canto campesino, pero también hizo un trabajo sobre el canto ciudadano. También está Víctor Jara. Los dos desarrollaron un canto social, enfocado en el hombre con su problemática social. Y el tercer referente sería Patricio Manns, quien es un hombre que viene a ser un tercer gran referente de lo que es el canto popular. Ese es el contexto en el cual yo trabajo.

«No pretendo justificar mi rebeldía,
Yo solo quiero dar mas fuerza a mi verdad,
Y si la historia nos ha dado estos días,
Amémonos en la ilegalidad.»
Raúl Acevedo, «Canción de Amor y Revolución».
(Foto cortesía de Raúl Acevedo)

¿Qué lo introdujo a la música política?
Bueno, mi música no es política. Mi canto es un canto social. Pero además hay otra dimensión en mí, un trabajo enfocado hacia los grandes poetas chilenos del siglo 20, cómo Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Gabriela Mistral y Nicanor Parra. Ese trabajo está en otro contexto.
En cuanto al canto que yo defino como canto social me pregunto ¿por qué no político? Porque lo político está dentro del tema de las diferencias ideológicas, y yo apunto es la realidad del individuo en su medio. […] Por lo general no doy soluciones en mis canciones, más bien hago la exposición de un problema social, pero no doy soluciones. Las soluciones son justamente las que dan o deben dar los políticos en una instancia en la cual siempre se está esperando una buena respuesta. Hoy día por ejemplo tuvimos un Plebiscito en el cual 78% de la población le dijo “No” a la clase política. Porque la clase política ha defraudado tremendamente, y estoy hablándote de la izquierda y la derecha, ha defraudado a la población, no han dado soluciones. Aquí ha habido gobiernos socialistas, gobiernos de derecha, gobiernos dictatoriales y ninguno ha resuelto los problemas reales de la gente. Por eso la gente de hoy no le cree mucho a la clase política. Y por lo tanto, yo no definiría mi canto como canto político. También se habla de “canción de protesta”. Yo tampoco diría que mi canción es “canción de protesta”, si no, es una “canción de propuesta”, es distinto.

¿Cuántos temas ha compuesto o grabado?
No lo tengo tan precisamente claro, tengo grabaciones que son mías, propias, y otras que son de canto colectivo. Si yo sumara las propias más los colectivos son cómo diez. Las propias son cómo siete. Siete discos de aproximadamente doce canciones cada uno, da como ochenta y cuatro canciones. Tengo entre 200 y 350 canciones compuestas a lo largo de mi vida. No todo está grabado, por supuesto, por ejemplo, ahora estoy grabando material inédito, acá en casa. Estoy haciendo una auto-producción casera, con recursos propios. Es algo que se está haciendo muy común hoy en día, por el encierro, y porque existe software y otros elementos que te permiten hacer auto-producciones en tu propio computador. Lo mío no es tan complejo; No toco con orquesta, hago mis pistas en guitarra con voz y si necesito algún instrumento puedo hablar incluso con un amigo para que me mande la pista. Ya no es necesario ir a un estudio para hacer una grabación.

¿Cuál fue el momento más intenso de su carrera?
Hay varios, no es uno solo. Cuando uno no conoce nada y se ve enfrentado a todo un mundo y a un cambio notable, por ejemplo, con el canto de Magallanes, la primera obra en que trabajé, no tenía idea de qué era cantar para un escenario. Después de esa experiencia se siente cómo la gente te saluda en la calle, te reconocen, y eso ya es una situación novedosa. Un tipo de la calle, desconocido, de un dia pa’ otro la gente te comienza a reconocer, especialmente en una provincia cómo Punta Arenas. Eso fue impactante.
Después, en Valparaíso vivimos un tiempo muy duro, porque fueron los primeros años de resistencia cultural en la quinta región, donde era bastante delicado meterse en esto, porque podrían terminar secuestrado, asesinado; te podía costar la vida, a muchos les costó la vida. Tuve la suerte de que a mi no me echaron mano, pero corrí ese riesgo, y eso fue bastante fuerte.
Acá, en Santiago, en época de dictadura, también. Hay emociones muy fuertes. Imagínate, toqué frente a un millón de personas. Creo que muy pocos artistas pueden contar eso, yo estuve frente a un millón de personas en el Parque O’Higgins tocando para una concentración que se hizo en tiempos de dictadura, y Rene Largo Farías estuvo a cargo de elegir al elenco que iba a cantar en esa concentración, y así fue. Nos paramos en un escenario en el Parque O’Higgins, donde llegó un millón de personas, en mar de gente. Yo miraba desde un extremo sur al extremo Norte, y se me llenaba la mirada con gente. Era un mar de gente, ante el cual yo tenía un micrófono cantando hacia todos ellos, probablemente no todos me escucharon, pero pararme frente de un millón de personas me dió una impresión enorme.
También dentro de mis impresiones cantar para el Estadio Santa Laura de Santiago lleno, en un encuentro de la radio Umbral, fue impactante, porque en el Santa Laura, tú tienes la graderías muy frente a ti, entonces no estás viendo la gente en plano, era una situación más vertical. El público se sentía más encima de mí, impactante. Es algo similar a la quinta Vergara, yo toco en la quinta Vergara, no en el festival de Viña, pero se ve la gente más encima de ti.
Y desde el punto de vista de experiencia, fue muy particular tocar para un público no hispano-parlante, por ejemplo, en la ciudad de Nelson, en Canadá, donde no había ningún chileno ni nadie que hablara español. Hice un concierto para gente absolutamente anglo-parlante. También es algo muy impactante, ya que tu no estás preparado para una experiencia de ese tipo. Cantar para un público que tiene otra cultura no es lo mismo, hay una experiencia muy impactante, pero muy satisfactoria. Y eso se me ha repetido también en París, haciendo un concierto en el cual había algunas personas hispanoparlantes, pero también había africanos residentes en París, entonces ellos son binacionales, ya que tienen la nacionalidad francesa, y el origen africano. Y ellos, al final, sintonizan en el español, que no es ni su idioma natal ni su idioma secundario, pero igual entienden porque la música llega a ser un plano universal.
Después de 44 años de oficio, tú tienes una cantidad de experiencia que si comienza a enumerar, te aburro, porque son demasiadas.


Aparte de la música, ¿Tiene otras ocupaciones?
Varios. Yo soy diseñador gráfico, soy piloto privado y soy abuelo, padre de familia y esposo.

El cantautor ha cantado sin césar por mas de 40 años.
(Foto cortesía de Raúl Acevedo)

¿Tiene proyectos para el futuro?
Bueno, el primer proyecto es vivir la vida intensamente hasta que se acabe la cuerda, continuar con mi canto, que es la razón por la cual yo siente que tiene sentido mi presencia en este mundo. Hoy en día, estamos bastante restringidos por el tema de la pandemia, espero de todo corazón que pase luego esta situación que ha afectado a tanta gente. Como proyecto creo que me voy a ir de Santiago, me voy a vivir a un espacio más liberador, en la sexta región de Chile, en Pichilemu. Voy a pasar mis últimos años en un lugar más rico, más complementario, con lo que yo espero de la vida, donde hay mar, hay campo, hay naturaleza, no está la saturación de personas que hay en Santiago, yo vivo en una comuna que tiene de todo; Hay delincuencia, hay gente muy buena, está todo mezclado. Quiero tener una pausa y vivir en un espacio menos agotador. Eso es un proyecto del futuro, vivir con la música y con las grabaciones, yo tengo un canal de música online, donde hacemos programas de corte político y cultural, y también de música y canto popular, tanto mío como de otros colegas, Es un canal que está enfocado en la política y también en lo artístico-cultural, ACV-TV.

Por Ramiro Figueroa

Corresponsal en práctica.

16 comentarios en «Raúl Acevedo y la historia de un trovador social»

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